Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver

Por todos los amantes de la música, ya sea de un estilo o de otro, es conocido el magnetismo que poseen ciertos artistas, sobre todo si hablamos de rock. El público termina siendo el (supuesto) dueño de los grupos y artistas, sabiendo de primera mano que sin ellos no serían nadie, por mucho talento que tengan. El artista de rock puede ser la imagen en la cual el público se identifique, para lo bueno, viéndolo como una deidad o como el salvador de todas sus penas; como para lo malo, reflejándose en él y viendo cómo su vida no tiene sentido. Ellos intentan reflejarlo en sus discos, conciertos, entrevistas, fotos, videos, etc., pero ¿donde se ven reflejados estos artistas? La mayoría (no siempre) proceden de familias desestructuradas o de ambientes cambiantes; así que necesitan crear una imagen, ya sea real o no.

Los artistas, que poseen (o poseían) ese don o talento para la música, han alcanzado una fama desproporcionada porque el público conecta con ellos, se sienten reflejados, sus canciones les conmueven, sus letras relatan las experiencias vividas que ellos también han vivido. Pero ese éxito repentino, y a veces desproporcionado, no es controlable por la mayoría de estos artistas, que terminan adoptando unos estilos de vida de excesos. El topicazo de “sexo, drogas y rock and roll”.

A muchos artistas les ha superado su propio éxito, pillándolos desprevenidos, y no han sabido reaccionar. Toda borrachera tiene siempre su resaca. Podemos llegar a saber que la borrachera (del éxito) es gratificante en el instante que se obtiene, pero esta no puede durar eternamente. Evidentemente, la resaca es mucho peor. Es cuando llega el momento de arrepentimiento por los actos realizados y seguramente no te acuerdes de nada. Siendo el lado oscuro del éxito.

La muerte por excesos siempre está presente en la música, algunos ejemplos como Elvis Presley, Kurt Cobain de Nirvana, Layne Staley de Alice In Chains, Michael Hutchence de INXS, Ian Curtis de Joy Division, Sid Vicious de Sex Pistols, Hillel Slovak de Red Hot Chili Peppers, Jim Morrison de The Doors, Jimi Hendrix, Janis Joplin y recientemente Amy Winehouse, son un ejemplo claro de ello. La mayoría de estos artistas, algunos en la cumbre de su carrera, son ahora reconocidos mundialmente. Su imagen es la de la eterna juventud, como James Dean o Marilyn Monroe fuera del género musical. Siempre serán recordados por esas últimas fotos, jóvenes, en el esplendor de su vida y de su carrera. No serán recordados por hacer malos discos o malas películas, ni tampoco serán recordados por haber envejecido de mejor o peor manera. Ahora son más conocidos y más importantes que cuando estaban vivos.

¿Qué hubiera pasado si Michael Jackson hubiese muerto de forma accidental o sin esclarecerse el motivo cuando Thriller salió al mercado, y no lo hubiésemos visto pasar del negro al blanco? ¿No sería el rey del pop? Aunque estas preguntas nos las podríamos hacer con Mick Jagger de The Rolling Stones, con Bono de U2 o incluso con Madonna.

La muerte de personas famosas, ya sean del ámbito musical o del cine, siempre conmocionan (tristemente) de forma masiva, pero cuando son jóvenes se enaltece mucho más. Lo que nunca se sabrá es si ellos mismos sabrían que muertos serían más famosos que estando vivos. Escrito queda!

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