No me sorprende

En vísperas de una de las noches más especiales del año, la Noche de San Juan, he leído una noticia que no me sorprende. Según un estudio realizado por Eurostat, los españoles somos los europeos que más salimos a comer fuera de casa, seguidos de los irlandeses y los griegos. Que levante la mano quién, de verdad, piense lo contrario. Así que en laSexta se han puesto a hacer números y les ha salido que un españolito se gasta de media unos 500 euros al año. Vamos, que en épocas de crisis lo mejor es arreglar el país sentado en la barra o terraza de un bar tomándonos unas cañas, unas tapas y fumándonos un cigarrito con los amigos. Ya que si lo estamos pasando mal económicamente, quejándonos de todos y de todo, evidentemente no es por nuestra culpa.

Nuestra cultura, la que compartimos con la mayoría de países del Mediterráneo, nos hace especiales, diferentes de los belgas, alemanes o daneses. El sol aquí es vida y sabemos aprovecharlo de mil formas, y que mejor manera de compartir ese tiempo, al fín y al cabo, improductivo, que con nuestros más allegados (las relaciones personales también hay que cuidarlas). Incluso se le puede dar la vuelta y hacer de ello tiempo productivo, como el networking, así las personas que saben aprovechar los “beneficios” que tienen las épocas de vacas flacas en la sociedad abren su mente a nuevas ideas de negocio, surgiendo así los emprendedores, un término de moda que se está sobreexplotando. Ejemplos en España hay muchos y es a ellos a los que tenemos que tener en cuenta, si ellos han podido, ¿por qué nosotros no?. Escrito queda!

¿Inconformismo o cabezonería?

Seguro que a la mayoría os habrá pasado algo parecido, o no. De pequeños nos han inculcado una buena educación, hemos sido unos buenos estudiantes, incluso se nos daban bien los deportes y así un largo etcétera. Con el paso de los años eso que hacía sentir de orgullo a nuestra familia empieza a diluirse. Como todos, crecemos y llegamos a cierta edad en la que soportarnos es seguramente peor que hacer una maratón por el desierto. Pasamos de todo y de todos, tenemos problemas con todo el mundo pero sobre todo con nuestros padres, nos vestimos de formas extravagantes (por no decir: salir disfrazado de casa), empezamos a tener unas relaciones “peligrosas”, nuestras acciones se transforman en actos despreciables, la educación que nos imparten entra por un oído y sale por otro, incluso se permiten el lujo de decirnos a la cara que nunca llegaremos a ser nada.

Me quedo con esta última frase. Si quieres y con el apoyo de tu familia (si no ha terminado harta de ti), puedes “volver al camino”, ese camino que de pequeño parecía tan fácil, que con el tiempo te das cuenta que se enturbia, complicándose de todas las maneras posibles. Algo por dentro te dice que es el momento de enfrentarte a todo y que eres capaz de retomar con ganas lo que no conseguiste cuando tocaba.

Pasan los años y los logros se hacen notar, las opiniones (que tan poco importan, según de quién vengan) empiezan a cambiar, te propones objetivos que superas con esfuerzo y sacrificio (que sólo tú sabes lo que cuesta y todo lo que implica) y que al final, por inconformismo o por cabezonería, sientes que sí vales para algo, que nadie nunca podrá decirte que no vales para nada. Tenemos que creérnoslo, nuestra generación tiene que ser un ejemplo para el futuro, con ganas, esfuerzo, sacrificio y levantándote de la silla se consiguen las cosas. Proponte metas y objetivos, alcánzalos poco a poco, conseguirás ser una persona digna de admiración. Escrito queda!

HANNA

Hacía tiempo que no asistía a un preestreno de la FNAC, pero ayer (inmerso en una vorágine de exámenes) pude disfrutar de uno de ellos y desconectar. Tranquilos, no habrán spoilers, así que podéis leer sin miedo. Hanna es una película que puede parecer violenta, y seguramente lo sea; puede parecer aburrida, y seguramente lo sea; puede parecer frenética, y seguramente lo sea; incluso puede parecer que se haga eterna, y seguramente, por desgracia, también lo sea. Pero lo que a mi me parece es que las protagonistas femeninas hacen un gran papel, los personajes de Saoirse Ronan (The Lovely Bones) y de Cate Blanchett (El Señor de los Anillos, El Curioso Caso de Benjamin Button) les quedan como un guante; de los demás poca cosa. Pero mención a parte tienen los otros protagonistas de la película, The Chemical Brothers, los encargados de hacer frenética, vertiginosa, cardíaca e incluso asfixiante la mayoría de las escenas donde ellos se lucen sin piedad. Como ya hiciera Tron: Legacy con Daft Punk, los grupos de música electrónica están encontrando otros medios donde lucirse y con buena nota. En definitiva, que se puede pasar hora y media con una película llena de altibajos argumentales, con unos escenarios preciosistas (incluso sale España), con unos personajes bien definidos, con unas escenas visualmente saturadas y acompañadas de una BSO espectacular, incluso con bastante violencia y, saliéndose de la línea, con algo de originalidad, que de esto último hace mucha falta en el cine, sin morir en el intento. Escrito queda!